¿Qué hace un corrector de estilo?
¿Un corrector de estilo reescribe los textos? ¿Un corrector de textos elimina lo que no le gusta y mantiene lo que sí le gusta por puro capricho? ¿Un corrector de estilo corrige el estilo del autor? No, no y no. Entonces, ¿qué hace realmente un corrector de estilo?
La escritura nos acompaña en todo lugar y en cada momento; ya sea en un mensaje de texto, un anuncio, un libro o el guion de un video o el de una película, hasta en sus subtítulos y en otros tantos ejemplos. Desde que aprendemos a escribir, no dejamos de hacerlo, y, obviamente, tampoco dejamos de leer. La escritura y la corrección de estilo han estado unidas casi desde el inicio; siempre ha existido alguien que, con ojos más frescos (pensemos en el cansancio extremo de un amanuense, aquellos copistas que transcribían a mano textos muy extensos y que lo que menos hubieran querido hacer era leer todo lo transcrito otra vez) revisa los textos para encontrar algún error o proponer alguna mejora. ¿Los amanuenses no sabían escribir y necesitaban que alguien los corrigiera? Claro que sabían escribir, pero, como en cualquier proceso humano, también había errores. Todos nos equivocamos.
Esto nos ayuda a responder a la pregunta de qué hace un corrector de textos. Revisa textos. Pero ¿cómo los revisa y para qué? Comencemos respondiendo el para qué revisa los textos.
Un corrector de estilo revisa los textos, en un primer momento —no es su única labor—, para hallar errores; estos pueden ser de varios tipos: ortográficos, gramaticales, de léxico, tipográficos, sintácticos, de coherencia, de consistencia, de concordancia, normativos, de diseño, de uso, incluso semánticos y pragmáticos. ¿Un corrector de textos encuentra siempre todos estos errores en un escrito? Por lo general, no; hay veces que un texto puede tener varios errores tipográficos, pero no semánticos, o podría tener ortográficos y sintácticos, pero no tipográficos. ¿Y cómo sabe el corrector de estilo que estos son errores y no una decisión de estilo del autor?
El corrector de textos, además de sus conocimientos sobre lenguaje y sobre corrección de estilo, utiliza varios criterios para determinar si está ante un error que se debe corregir o no. El corrector de estilo se basa en la normativa, en el uso, en el contexto y finalmente en la intención comunicativa del autor. Veamos un ejemplo:
Un personaje en un texto narrativo dice:
—Voy a grabar tu casa.
¿Hay algún error? Depende. Normativamente no lo hay; en el uso tampoco, en el caso de que el autor se refiera a hacer una grabación, aunque también podría funcionar el verbo filmar, depende del rango léxico del personaje. ¿Cuál es el contexto? El personaje que habla es un cobrador que trabaja en un banco. Sigamos con el diálogo.
—Voy a grabar tu casa.
—No, por favor, aquí vive mi familia. Te juro que voy a pagar.
La respuesta del deudor nos ayuda a determinar mejor el contexto. Es posible que el autor no se refiera a hacer una grabación de la casa (tomar un video), sino a un gravamen, a imponer una carga económica a la propiedad, por lo que el verbo correcto sería gravar y no grabar. Aun así, el cobrador podría filmar la casa y el deudor no quiere que aparezca su familia; sin embargo, en el contexto parece más probable la segunda opción. ¿Cómo se resuelve? Sugiriendo la corrección y conversándolo con el autor.
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Entonces, ¿el corrector de estilo encuentra y corrige errores y ya? ¿Es todo? No. El corrector de textos puede proponer mejoras al texto que ayudan a que su lectura sea más sencilla, sea acorde a su público objetivo o sea más clara o fluida. También puede hacer recomendaciones para enriquecer el léxico del texto, es decir, el vocabulario.
Veamos un ejemplo de mejora léxica:
Juan compró algunas cosas en la tienda.
¿Qué es cosas? Todo, puede ser todo. ¿Qué propondría un corrector de textos? Juan compró algunos víveres, algunas viandas, algunos alimentos, dependiendo del contexto y lo que haya comprado Juan, además de esas inciertas y desconocidas cosas para el lector.
Otra de las labores de un corrector de textos es detectar ideas u oraciones poco claras; en ocasiones, son errores de sintaxis que se pueden corregir con algunos ajustes menores; en otras, es necesario dilucidarlo con el autor. Asimismo, un corrector de estilo unifica criterios, por ejemplo, si el autor decidió tildar o acentuar el adverbio solo, el corrector coteja que todos los “sólos” estén tildados. También puede jerarquizar la información con la diacrisis tipográfica, que es uso de cursivas, negritas, versalitas, etcétera; cotejar el índice, las llamadas al pie de página, la consistencia entre títulos e imágenes o capítulos o la numeración de secciones, entre otras funciones más.
Un corrector de estilo no es el coautor, ni el editor, ni un agente literario, tampoco es un asesor de lenguaje o un crítico literario para que dé su opinión sobre el texto. Es cierto que un corrector de estilo también puede desempeñar estas tareas, pero no en su papel como corrector de textos.
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Aunque hay una idea generalizada de que un corrector de estilo corrige el estilo del autor y, en consecuencia, lo cambia y el texto se convierte en otro, lo cierto es que el corrector de estilo no altera ni modifica el estilo del autor, sino que corrige lo que haya que corregir y propone mejoras al texto. El estilo del autor puede gustar o no, pero no se puede calificar de correcto o incorrecto.
Como puedes darte cuenta, el corrector de estilo o corrector de textos no solo se fija en la ortografía y en los acentos, lo que cualquier revisor automático puede hacer, sino que agrega, desde su experiencia, valor a los textos.
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